La tarde del domingo 11 de mayo deja la lucha por el título abierta entre Barça y Atlético de Madrid para el próximo sábado a las 18:00 en el Camp Nou. Deja las derrotas de Madrid y Sevilla que tenían la cabeza en Lisboa y Turín. También deja a cuatro equipos como Getafe, Granada, Valladolid y Osasuna que tendrán que salvarse del descenso en la última jornada, todo un drama para cuatro ciudades. Pero sobretodo deja un ambiente a fútbol espectacular. El de antes.
Los
domingos de fútbol lo son en menor medida desde que se decidiera que ninguno
de los 10 partidos de cada jornada se jugara a la misma hora. Se han querido
normalizar horarios en que los partidos se juegan un lunes o viernes a las diez
de la noche. Se ha dejado de pensar en el aficionado que trabaja durante la
semana y que tiene la oportunidad de poder ver a su equipo un sábado o domingo
por la tarde. Se ha alejado a los niños de los estadios con horarios que no
facilitan su existencia. Se está matando la tradición de que el aficionado se
pueda desplazar con el equipo porque es muy complicado que lo pueda hacer un día
entre semana. Además, y si con esto fuera poco, los horarios de los partidos se
saben con apenas dos semanas de anterioridad, por lo que es imposible que los
aficionados puedan hacer planes para desplazarse a uno u otro estadio o
simplemente para organizarte e ir a ver al equipo del que es socio jugar en
casa.
Muchas
veces se les llena la boca a los directivos de la Federación Española de Fútbol
hablando de que tenemos la mejor liga del mundo y posiblemente sea cierto en
cuanto a lo estrictamente deportivo, pero estamos muy por detrás de otras ligas
como la inglesa o la alemana respecto a cuestiones organizativas. En aquellos
países donde el aficionado se respeta mucho más que aquí, los horarios de todas
las jornadas se saben antes de empezar la liga para que al aficionado le sea
más fácil poder asistir a los partidos. Por no hablar de los precios.
Por esto,
celebro que aunque sea por dos jornadas, los amantes de las antiguas tardes de
fútbol donde se jugaban la mayoría de los partidos a la vez podamos disfrutar
de ello. Ayer sentía nostalgia (y sólo tengo 19 años) de poder asistir a un
campo de fútbol escuchando a Paco González explicarme lo que sucedía en otros
estadios. La gente que compartía conmigo las gradas de Cornellà-El Prat también
llenaba el campo de transistores. Se recuperaba la magia de estar pendientes de
otros partidos, de comentar con el compañero de al lado lo que pasaba en un
partido u otro, de sentir fútbol por los cuatro costados. Los colchoneros del
Calderón estaban pendientes de lo que sucedía en el Martínez Valero entre Elche
y Barça. Se lamentaban con cada poste que daba su equipo pero también con las
ocasiones que erraba el Elche. De estas ocasiones erradas se alegraban los
azulones del Getafe que veían como su equipo ganaba al Sevilla. El golazo de Escudero
para el Getafe a los 20 minutos del final, aun acabó de hundir más a los
aficionados del Granada que estaban contemplando como en su propia estadio el
Almería les ganaba 0-2 y los adelantaba en la clasificación.
De esta
manera, se tejía una especial conexión en la mayoría de los campos de España.
Una conexión facilitada por los fantásticos narradores de todas las emisoras de
radio y que rememora el fútbol por la radio auténtico, el que desde los años
cincuenta ha acompañado a todas las generaciones de aficionados a los estadios,
el que ha amenizado largas colas en las carreteras, el que ha puesto imagen a
los que no podían ver los partidos y el que ha llenado de emoción, ilusión y
emociones muchos hogares españoles donde se amaba este deporte.
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